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Pues sí, (des)control en la agencia lo hemos titulado. Remedy no nos enfrenta a monstruos ni alienígenas, sino a burócratas descontrolados, poseídos y desquiciados. Este argumento, seguramente co escrito con Trump, es lo nuevo de Remedy. Fuera de bromas (o no), queremos ahora hablaros de Control, juego que hemos podido catar en PC y que nos propone un juego con toques de acción, suspense, sobrenatural e incluso Souls.

Remedy es un estudio de pocos títulos pero de exquisitos resultados. Max Payne y su inmediata continuación, Alan Wake y Quantum Break, se hayan entre sus títulos. Con estos mimbres, ya os podéis imaginar: thriller, lo paranormal, escenarios reales aunque en un contexto fantástico, grandes gráficos, gran modelaje, uso inteligente de las físicas y un guion bien trenzado y/o retorcido.

En este caso, desde luego, el guion sí que es bien retorcido. Una nueva directora lleva al FBC, como el FBI pero cambiando la I por la C de Control, una agencia encargada de investigar cosas extrañas. Ahí se custodian objetos de poder (puede ser un teléfono o un tocadiscos, lo que sea), que otorgan, pues eso, poderes a sus poseedores (suena al argumento de esa gran serie llamada Habitación perdida). Jesse Faden, a quien controlamos en el juego (sí, es un chiste), se encuentra a su llegada como directora con que la agencia ha sido invadida por una cosa llamada Hiss (cómo no, ya decía ella que había encontrado aparcamiento fácilmente en su primer día). La gracia es que ella no puede ser poseída porque tiene, de por sí, poderes que la hacen inmune. Y hasta aquí podemos llegar, pero ya os decimos de todos modos que su argumento es confuso, pues para ir al grano se desarrolla mediante lore y los pocos videos que van saliendo son medio crípticos. Pero bueno.

Jugablemente el juego es el típico de exploración y acción, pero con el método metroidvania de regresar a los lugares una vez desarrollamos poderes o conseguimos objetos. Así, tiene los típicos puntos para gastar en armas, subir salud, modificaciones, etc. No obstante, tiene algo que más lo enlaza con el hace poco aquí comentado Star Wars: Jedi Fallen Order que con otra cosa. Sí, los poderes telequinésicos, o como se diga, le permiten a la directora arrojar objetos contra sus enemigos. Por otro lado, hay puntos en el suelo que nos posicionan como las hogueras de la saga Souls, y así cuando caemos resucitamos, con todo lo que hayamos hecho ya abierto, excepto enemigos y jefes, que resurgen. Además, perdemos puntos que luego nos sirven para mejorar y podemos recogerlo. Remedy recogió el tiempo bala que vimos en The Matrix y las pelis de acción y lo llevó de manera original a los juegos; esta vez simplemente copia la fórmula, pero sin especial cambios. Aunque no debemos ser tan malos, y esto es típico de los metroidvania, los puntos de control y el intentar una y otra vez. Quedaos con la versión que queráis.

El juego tiene lo original en su jugabilidad el escenario y su sistema de armas y poderes. El escenario, porque parece osado hacer un metroidvania con solo un edificio de oficinas y, sin embargo, es laberíntico, variado y no aburre. Y de poderes, porque podemos lanzar objetos, esquivar, volar… No obstante, y he ahí el “pero”, con el poder de lanzamiento bien mejorado, los demás poderes sobran.

Audiovisualmente luce muy bien. Esa ambientación que juega con los escenarios foto realistas, con un tratamientos de las luces muy característico, aportan esa sensación de misterio que ya tenía Alan Wake. En nuestro caso hemos podido activarle trazado de rayos, por lo que los reflejos y “saturamientos” (que contribuyen a la ambientación de “mundo raro”) están aún más conseguidos. El poderío del motor permite arrojar casi cualquier objeto, y que estos y el escenario se destruyan hasta cierto punto. Esto es algo que Remedy buscó casi desde sus inicios, y que se aprecia en cada juego, ora jugando con las luces, ora jugando con los objetos, pero siempre con la física presente. El que haya jugado a Quantum Break no se sorprenderá, pero este juego “juega” mejor con la luz y los reflejos.

El sonido es más de lo mismo, con susurros y murmullos inquietantes, melodías escogidas, etc. No es que sea para destacar como lo mejor, pero es de muy buen nivel, y aporta a la emoción de estar ahí perdidos, en mitad de ese frío, abandonado y extraño edificio. Audiovisualmente el juego es como un Expediente X remozado; sí, como lees. Un juego moderno, de 2019, que luce moderno, pero asequible en requisitos para lo que se destila hoy (aunque “demo técnica” para probar PCs potentes y sus trazados de rayos, ojo).

Juego muy recomendado, que supuestamente entronca con Alan Wake (te animamos a descubrirlo en su ingente lore), y que hemos podido disfrutar gracias a un regalo en su momento de Epic Store para sus usuarios. Ventas a punta pala y continuación anunciada (aunque quizá, dicen, solo online). Pero tanto si lo recibes gratis como si no, entendemos que merece la pena jugarlo.